Fue muy linda la experiencia y quedé muy motivado. Y esa motivación fue la que me hizo decidir seguir estudiando. Al terminar de estudiar, y creo que esto le pasa a mucha gente que estudia musicoterapia, sientes que te queda muchísimo todavía por aprender, que no tienes tantas herramientas, como un poco “en pañales”. Los que venimos de la rama de la música, sentimos que nos falta el área de psicología, y los que vienen de psicología sienten que no se manejan como músicos, siempre hay una sensación de que falta algo al terminar los estudios.
Entonces, decidí seguir estudiando, y como aquí el postítiulo era la única formación disponible -y aún lo es- empecé a averiguar por formaciones en el extranjero a través de Becas Chile en ese tiempo. Postulé a un Magister en la Universidad de Melbourne, Australia. También pensé en Estados Unidos, en la Temple University porque ahí estaba Kenneth Bruscia, pero estratégicamente escogí una Universidad mejor rankeada para poder obtener la beca. Hice bien, en todo caso, fue una experiencia increíble, con todo lo que conlleva, cambiarme de país, de cultura, de círculo social, etc.
¿Cómo compararías ambas formaciones de musicoterapia?
Yo creo que en términos generales, el Magister de Australia complementó mi formación en Chile. ¿por qué? Porque lo que más rescaté del postitulo fue, como ya mencioné, lo experiencial. Cuando me fui Australia, se me abrió un mundo al ver el nivel de la musicoterapia allí, tanto en términos de investigación, de actualización de la teoría y de evidencia y pensé, “pero ¿y por qué yo no sabía esto?!”.
En el fondo, lo que no tenía una formación, lo tenía la otra. El magister de Australia no tenía formación en procesos grupales, no había énfasis vivencial. Más bien se enfocaba en el desarrollar ciertas habilidades musicoterapéuticas, pero no en la persona del terapeuta. Por otro lado, había un ramo de “Aplicaciones de la Musicoterapia”, en que se usaba la evidencia científica existente para diversas poblaciones de usuarios. Yo sentía que mientras yo seguía leyendo el libro de Modelos de Musicotearpia de Bruscia, había un mundo de investigación reciente y en constante crecimiento que no conocía.
La verdad salté a un ámbito más académico y de investigación, más actualizado, más activo y dinámico. Otra ventaja que tenía la formación en Australia es que contemplaba prácticas todos los semestres. Partías con una práctica de observación, después una con un poco más de responsabilidad, hasta que tenías una ya más independiente. Además estas prácticas eran en distintos ámbitos, por lo que trabajé en un hogar de ancianos, en un hospital con adultos con cáncer y un hospital pediátrico. Todos lugares donde ya había musicoterapeutas contratados. En ese tiempo también eso para mí era muy nuevo, o sea, yo fui al hospital pediátrico -que además era un hospital público- el Royal Children’s Hospital de Melbourne, y había cinco musicoterapeutas contratados, uno para trabajar con adolescentes, otro para neonatos, otro en oncología, en medicina general y otro en post cirugía, que fue donde estuve yo. Era como alucinante, me sentía en otro planeta.
Pero, como dije, la formación australiana no tenía ramos experienciales o de trabajo en los vínculos, por lo que no hubiera cambiado una formación por la otra. Por eso creo que se complementaron muy bien. Y eso me brindó más confianza, pues por un lado sentía que la formación de Chile me había dado unos recursos: vivenciar el proceso de grupo, conocer el impacto del vinculo en el trabajo terapéutico. Y la formación en Melbourne me había dado otros: saber la importancia de la práctica basada en la evidencia, y entrenamiento en diferentes ámbitos de trabajo. Que son aspectos que en cierta forma se empezaron a enfatizar posteriormente en el postitulo chileno.
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