Rodrigo estudió Licenciatura en Teoría de la Música en la Universidad de Chile antes de realizar el postitulo en Musicoterapia en la misma casa de estudios. Luego, continuó perfeccionándose en Australia, para después volver a Chile e integrar la directiva de Achim hasta el 2018, además de ser parte del cuerpo docente que forma musicoterapeutas en nuestro país y desempeñarse en esta disciplina del área de la salud en variadas instituciones. En esta entrevista, nos cuenta cómo ha sido este camino.

Rodrigo, ¿cómo llegaste a la musicoterapia?

Empecé a estudiar musicoterapia en el año 2006, y la verdad fue una decisión un poco circunstancial. Había terminado mi pregrado de Licenciatura en Teoría de la Música en la Chile, y con ese pregrado me vi con pocas opciones, o al menos sin un campo que me llamara la atención. En ese momento podría haber optado por docencia, pero no era algo que me interesara. Pensé en seguir psicología, pero en ese entonces no quería estudiar otros cinco años.

Yo sabía de musicoterapia lo mismo que sabe cualquier persona, e incluso en ese tiempo menos todavía, así que fue más bien una apuesta. Yo digo que fue algo circunstancial, pero finalmente de alguna forma sentí que tenía que pasar, porque ya estudiando me di cuenta de qué era realmente la musicoterapia y me sentí muy identificado, sentí que encontré un camino nuevo que me hacía sentido y que integraba mi formación anterior, pero le daba otro rumbo. ¿Lo sabía? No, no lo sabía, pero lo encontré durante el postítulo. Y así llegué, fortuitamente.

¿Cómo fue tu paso por el postitulo y tu camino hacia Australia?

Yo alcancé a entrar en la  generación que todavía coordinaba Susanne Bauer. Las tres cabezas que coordinaban el tema eran Susanne Bauer, Patricia Ubilla y Patricia Lallana. Ellas hacían la formación en términos generales y había otros pocos profesores musicoterapeutas. Usualmente venían docentes de otras áreas, como invitados, por lo que ellas tres eran nuestros referentes. Susanne Bauer era un gran referente.

El postítulo fue muy de ir descubriendo, tanto desde lo teórico como desde otras áreas, sobre todo desde la parte  experiencial. O sea, si me preguntas de qué me acuerdo yo del postitulo, es de la parte experiencial, el ramo de “Improvisación Grupal” y el ramo de la Paty Lallana: “Musicoterapia Corporal” y “Forum Creativo”. Eso fue lo que más me quedó. ¿Por qué? Porque me tocó un grupo rico, donde me sentí en confianza, donde siento que me transformé de alguna forma, entonces, el vivir eso le dio más sentido a lo que estaba estudiando. Creo que hubiera sido muy distinto si no hubiera tenido ese ingrediente de realmente poder vivenciar un proceso de desarrollo, de cambio y de grupo, que yo no había tenido antes en mi formación como licenciado en música. Me acuerdo muy poco actualmente de contenidos, pero ese proceso es lo que más rescato, porque siento que fue una transformación.

Fue muy linda la experiencia y quedé muy motivado. Y esa motivación fue la que me hizo decidir seguir estudiando. Al terminar de estudiar, y creo que esto le pasa a mucha gente que estudia musicoterapia, sientes que te queda muchísimo todavía por aprender, que no tienes tantas herramientas, como un poco “en pañales”. Los que venimos de la rama de la música, sentimos que nos falta el área de psicología, y los que vienen de psicología sienten que no se manejan como músicos, siempre hay una sensación de que falta algo al terminar los estudios.

Entonces, decidí seguir estudiando, y como aquí el postítiulo era la única formación disponible -y aún lo es- empecé a averiguar por formaciones en el extranjero a través de Becas Chile en ese tiempo. Postulé a un Magister en la Universidad de Melbourne, Australia. También pensé en Estados Unidos, en la Temple University porque ahí estaba Kenneth Bruscia, pero estratégicamente escogí una Universidad mejor rankeada para poder obtener la beca. Hice bien, en todo caso, fue una experiencia increíble, con todo lo que conlleva, cambiarme de país, de cultura, de círculo social, etc.

¿Cómo compararías ambas formaciones de musicoterapia?

Yo creo que en términos generales, el Magister de Australia complementó mi formación en Chile. ¿por qué? Porque lo que más rescaté del postitulo fue, como ya mencioné, lo experiencial.  Cuando me fui Australia, se me abrió un mundo al ver el nivel de la musicoterapia allí, tanto en términos de investigación, de actualización de la teoría y de evidencia y pensé, “pero ¿y por qué yo no sabía esto?!”.

En el fondo, lo que no tenía una formación, lo tenía la otra. El magister de Australia no tenía formación en procesos grupales, no había énfasis vivencial. Más bien se enfocaba en el desarrollar ciertas habilidades musicoterapéuticas, pero no en la persona del terapeuta. Por otro lado, había un ramo de “Aplicaciones de la Musicoterapia”, en que se usaba la evidencia científica existente para diversas poblaciones de usuarios. Yo sentía que mientras yo seguía leyendo el libro de Modelos de Musicotearpia de Bruscia, había un mundo de investigación reciente y en constante crecimiento que no conocía.

La verdad salté a un ámbito más académico y de investigación, más actualizado, más activo y dinámico. Otra ventaja que tenía la formación en Australia es que contemplaba prácticas todos los semestres. Partías con una práctica de observación, después una con un poco más de responsabilidad, hasta que tenías una ya más independiente. Además estas prácticas eran en distintos ámbitos, por lo que trabajé en un hogar de ancianos, en un hospital con adultos con cáncer y un hospital pediátrico. Todos lugares donde ya había musicoterapeutas contratados. En ese tiempo también eso para mí era muy nuevo, o sea, yo fui al hospital pediátrico -que además era un hospital público- el Royal Children’s Hospital de Melbourne, y había cinco musicoterapeutas contratados, uno para trabajar con adolescentes, otro para neonatos, otro en oncología, en medicina general y otro en post cirugía, que fue donde estuve yo. Era como alucinante, me sentía en otro planeta.

Pero, como dije, la formación australiana no tenía ramos experienciales o de trabajo en los vínculos, por lo que no hubiera cambiado una formación por la otra. Por eso creo que se complementaron muy bien. Y eso me brindó más confianza, pues por un lado sentía que la formación de Chile me había dado unos recursos: vivenciar el proceso de grupo, conocer el impacto del vinculo en el trabajo terapéutico. Y la formación en Melbourne me había dado otros: saber la importancia de la práctica basada en la evidencia, y entrenamiento en diferentes ámbitos de trabajo. Que son aspectos que en cierta forma se empezaron a enfatizar posteriormente en el postitulo chileno.

Y luego de estudiar en Australia, ¿cómo fue tu regreso a Chile en relación con la musicoterapia?

Yo volví acá con ganas de trabajar en un hospital. Sorprendentemente pensaba que no que habilidades para trabajar con niños, pero sin embargo, fue una de las prácticas que más me gustó en Autralia. Siempre pensé en trabajar con adultos, pero finalmente llegué al hospital pedíatrico y encontré que era tan diferente, tan dinámico, me gustó mucho. Entonces, llegué con la intención de abrir un espacio de musicoterapia hospitalaria pediátrica. Yo soy muy partidario de abrir espacios nuevos para la musicoterapia, porque funciona. En mi experiencia, he podido trabajar exclusivamente de musicoterapeuta y usualmente en las áreas que yo me he propuesto.

Así, abrí un espacio en la Clínica Las Condes, en hospitalización pediátrica, que duró un tiempo acotado, pero fue muy enriquecedor. De allí continué en esa clínica, pero trabajando de forma individual con pacientes con TEA, gracias al apoyo de la neuróloga infantil Lorena Pizarro, quien me ayudó a generar un espacio de atención, donde  aprendí enormemente acerca de esa área. Por otro lado, me interesó trabajar con adultos en salud mental, por lo que abrí talleres en clínicas psiquiátricas. Con todo esto quiero decir que, si bien toma motivación y esfuerzo trabajar como musicoterapeuta en Chile, es bastante factible.

Después, tuve la posibilidad de trabajar en el Hospital Calvo Mackenna – donde estoy actualmente- gracias a Stefanie Fleddermann que estaba trabajando ahí en el área de oncología pediátrica. Trabajamos siete horas a la semana que distribuimos entre la atención ambulatoria para los chicos que van a hacerse quimio -en el centro TROI- y el área de hospitalizados para trasplante de médula ósea (TMO). Es un programa financiado por la Fundación “Vivir+Feliz”, que tiene como misión normalizar la experiencia de hospital para niños con cáncer y que de alguna forma sigan siendo niños aun cuando están pasando por tantos cambios y situaciones difíciles. Por eso es que construyen y diseñan centros de atención más amigables y además financian terapias complementarias como juegoterapia, risoterapia y musicoterapia para acompañarlos en su proceso.

Cuéntanos sobre tu cargo de docente en el Postitulo de musicoterapia.

Cuando volví de Australia, estaba Silvia Andreu como coordinadora del Postitulo. Ella había sido compañera mia cuando estudié. En ese entonces se estaban empezando a hacer algunas modificaciones en la formación, como incluir más musicoterapeutas en el cuerpo docente y también asignaturas nuevas. En ese contexto, yo partí haciendo un electivo de Métodos Receptivos. En ese tiempo el énfasis era la improvisación, y no tanto los otros métodos (receptivos, recreativos, composicionales). En Australia, yo había tenido la suerte de aprender métodos receptivos con Denise Grocke, así que llegué con la idea de traer todo eso. Fue un electivo muy bonito, se inscribió mucha gente, y además como se abría por primera vez, se se invitó a otros musicoterapetuas –no estudiantes- que estuvieran interesados en inscribirse. A mi parecer, ya que hay cuatro tipos  de métodos, los cuatro deberían enseñarse por separado, porque tienen características y utilidades distintas, y el postitulo ha ido cambiando en esa dirección.

También apoyé con ramos como “fundamentos de la musicoterapia”, “musicoterapia en niños” e “improvisación grupal”, que actualmente tengo a cargo junto con Patricia Ubilla.  A mí me encanta, yo por mi enseñaría todos los ramos, porque todos me gustan.

El postítulo se ha modificado mucho desde que yo estudié, era algo que tenía que pasar. Y en general ha sido para mejor, con más docentes musicoterapeutas especialistas en distintas áreas, más actualizado y más ecléctico en los abordajes.  

¿Cómo llegaste a Achim y cómo fue tu experiencia?

Bueno, yo siento que para trabajar en musicoterapia, más allá de siquiera estar involucrado en la asociación, hay que haber tenido una experiencia realmente satisfactoria y enriquecerdora durante la formación. Haber hecho ese “click”, esa transformación que te deja motivado. Porque, creo que un ingrediente esencial es la motivación. Yo pienso que -y ahí hago el link con la actual directiva- a nosotros nos pasó que cuando estudiamos en el postítulo formamos un grupo que quedó muy motivado y, finalmente, cuando se presentó la oportunidad de un cambio de directiva en Achim, nosotros quisimos participar. Espontáneamente, creo que fue así, en mi memoria al menos, en el sentido de que queríamos hacer cosas, pero sentíamos que queríamos mantener ese núcleo de personas que habíamos forjado. 

Veníamos de estudiar dos años juntos en el postítulo, sentíamos que funcionábamos muy bien juntos y teníamos ideas muy similares de musicoterapia, entonces, trabajar en Achim surgió a partir de esa convicción de que se podíamos hacer mucho más, que es generalmente como parten todos. Creo que es necesaria esa energía, es necesario ese idealismo, esa motivación, porque en realidad es un trabajo un poco ingrato, entonces se hace por pura motivación.

Yo creo que todos los que estuvimos en esa directiva hicimos “click” en nuestra formación. De hecho, todos, de una u otra forma, hemos seguido trabajando como musicoterapeutas, nos hizo mucho sentido. Y cuando entramos a Achim entramos con muchas ganas. Teníamos las ideas, había personas como Silvia, que es súper organizada y ejecutiva, e hicimos varias cosas: empezamos conversaciones con el misniterio de Salud, creamos el día de la Musicoterapia, el Primer Congreso Nacional, etc. Esos son los logros que yo más rescato, de nuestra época de mayor energía y sinergia. Nos apoyábamos mucho entre nosotros, sin ese apoyo hubiera sido un poquito más cuesta arriba.

Fue un periodo largo, con reelecciones, y ya para cuando hicimos el Congreso Nacional siento que, al menos yo, tenía menos energía. Yo estaba estudiando psicología además y ni siquiera pude estar presente ese fin de semana, tenía clases. Y así, paulatinamente este núcleo sinérgico de personas también empezó desgastarse, nos costaba más reunirnos y estábamos cansados. En mi opinión, estuvimos en la directiva más tiempo del que deberíamos haber estado, o que cualquiera debería, porque no había nadie más para asumir los cargos. Y es entendible por un lado, es una pega ingrata, y creo que si no tienes esa motivación, cuesta mucho hacerla.

Y estábamos en eso, cansados, cuando surgió una nueva generación de alumnos del postítulo que tenía esa motivación, y que personalmente me recordaban mucho a la experiencia de grupo que tuve yo, y que aceptaron tomar el desafío de ser la nueva directiva. Lo que no me extraña, porque siento que tienen la energía para hacer cambios y para seguramente más adelante formar musicoterapeutas y abrir muchas otras puertas.

Nosotros como directiva tuvimos una muy buena etapa, pero luego nos ganó el desgaste. Y creo que está bien, es necesario que haya rotación. Especialmente para aprovechar cuando hay motivación al cambio en otros musicoterapeutas y en nuevas generaciones. Esa misma motivación que impulsa a trabajar de musicoterapeutas exclusivamente, a hacer docencia, a abrir puertas para la musicoterapia, etc. porque tenemos la convicción de que la musicoterapia ayuda mucho y de que estamos en la profesión que tenemos que estar.

Supimos que irás al Congreso Mundial de musicoterapia, ¿podrías contarnos algo sobre eso?

Sí, postulé con dos trabajos y los dos fueron aceptados así que estoy muy contento. Uno es con Stefanie Fleddermann, acerca del trabajo que hacemos en oncología pediátrica en el hospital Calvo Mackenna. El otro fue con Carolina Muñoz, donde vamos a mostrar la experiencia del proyecto “Upa Mamá” que realizamos con niños con Síndrome de Down y sus padres/cuidadores. Ambas experiencias muy bonitas, muy satisfactorias y que estoy muy ansioso de poder compartir con colegas de otros paises en el Congreso Mundial de Sudáfrica 2020.


Les compartimos el siguiente video, publicado por Rodrigo Quiroga en su canal de Youtube, en el que explica de forma sencilla qué es la musicoterapia: