Por Alejandra Salazar Melo
Musicoterapeuta Corporación de Ayuda al Niño Quemado COANIQUEM
La Musicoterapia es una disciplina que se ha desarrollado durante los últimos cuarenta años y que hoy ocupa un lugar importante en las distintas áreas de la educación y la salud en muchos países de Europa, Estados Unidos y en América Latina, en países como Argentina, Brasil, Colombia y Chile. En nuestro país, a partir de 1999 se crea como postítulo en la facultad de Artes de la Universidad de Chile y en el año 2005 se organiza la primera Asociación de Musicoterapia de Chile.
A través de la historia de la Musicoterapia como ciencia, han surgido diferentes definiciones según las diferentes corrientes, escuelas y músico terapeutas.
Se la define como “el uso de la música en la consecución de objetivos terapéuticos: la restauración, el mantenimiento y el acrecentamiento de la salud tanto física como mental. Es también la aplicación científica de la música, dirigida por el terapeuta en un contexto terapéutico para provocar cambios en el comportamiento. Dichos cambios facilitan a la persona el tratamiento que debe recibir a fin de que pueda comprenderse mejor a sí mismo y a su mundo para poder ajustarse mejor y mas adecuadamente a la sociedad” (1)
La musicoterapia como tal, surge de la investigación científica del uso de la música y sus efectos sobre el ser humano y su efectividad en todos los niveles: el psicológico, neurológico, físico, conductual, emocional, biológico y de educación especial.
Estas investigaciones arrojan métodos y técnicas a través de los cuales se aplica la musicoterapia y nos ayuda a darnos cuenta que cualquier actividad musical, no es necesariamente terapéutica.
Existe un tipo de clasificación de los distintos métodos musicoterapéuticos que los divide en:
– “Métodos Activos o Creativos, que requieren de la participación completa del paciente considerando sus capacidades y puede ser principalmente la ejecución de instrumentos. La improvisación instrumental consiste en “expresar libre y creativamente” a través de algún instrumento, emociones y sentimientos. A estas improvisaciones en ningún caso se las evalúa según parámetros musicales, ni estéticos.
– ”Métodos Receptivos o Pasivo” que utiliza como mecanismo básico la audición musical, música envasada principalmente o música que ejecute el Musicoterapeuta.
En la base de todas las teorías que tratan de buscar los fundamentos de la acción terapéutica de la música se halla un denominador común: “la emoción”.
Según algunos, la música tiene la capacidad para provocar emociones y sentimientos, los que influyen sobre la parte somática. Otros opinan que la influencia de la música afecta primero la parte somática y se transforma luego en emoción y sentimiento.
Los efectos terapéuticos de la música han sido observados a través de la historia, a veces con mucha exactitud. (2)
Del uso de la Musicoterapia con niños que han sufrido accidente de quemadura, tan sólo se conoce el trabajo de Christine Tuden en el Hospital Shriners de Quemaduras de Galveston, EE.UU., trabajo realizado principalmente en la unidad de agudos; y el de Gabriela Wagner, que es más reciente, del Centro de Rehabilitación Integral de la Fundación Benaim. Buenos Aires, Argentina.
Musicoterapia en La Corporación de Ayuda al Niño Quemado, COANIQUEM
La Corporación de Ayuda al Niño Quemado, COANIQUEM, es una institución privada sin fines de lucro, que ayuda al niño que ha sufrido un accidente de quemadura y a su familia, proporcionándole el tratamiento de rehabilitación integral que le permita sobreponerse a las limitaciones provocadas por el accidente.
El Centro de Rehabilitación Santiago de COANIQUEM es su principal establecimiento, funciona desde 1982, proporciona atención médica y quirúrgica en forma ambulatoria a niños de todo el país, y en los últimos años también del extranjero.
La Musicoterapia se incorpora formalmente en el equipo de Rehabilitación de COANIQUEM en marzo del 2005. Desde entonces, más de 80 niños han sido atendidos con esta técnica: lactantes, pre-escolares y escolares principalmente. Esta disciplina ha permitido adicionar un complemento a la rehabilitación física y emocional del niño quemado, dentro de un modelo de atención que es muy completo en su integralidad
El accidente de quemadura en el niño, es una agresión física y psicológica de gran intensidad, que provoca un cambio radical en la existencia saludable del niño y de toda su familia, trasladándolo a una situación de estrés mantenido, durante la cual sufrirá un intenso dolor.
Luego se inicia un tratamiento invasivo y prolongado que contempla, en ocasiones, períodos de hospitalización con estadías variables, pero siempre vivencias con sentimientos de abandono, la pérdida de su independencia y habilidad para funcionar, el control de las situaciones que le corresponde vivir y su autoimagen. Paralelamente, la familia vive los primeros instantes con estupor, descontrol y desorganización.(3)
El objetivo de la Musicoterapia en COANIQUEM, es contribuir en la rehabilitación integral del niño, facilitando el proceso de recuperación emocional, físico y del desarrollo del paciente, junto al trabajo cooperativo de todo el equipo multidisciplinario, aportando desde la música, los sonidos y la ejecución de instrumentos musicales. La música trabaja a nivel de las emociones e involucra por completo a la persona, relacionándola con sonidos y música que hacen eco en su interior y que los conecta con sus sentimientos y emociones fácilmente. Además, el estado emocional del niño quemado, así como el de sus padres, sometidos al estrés del accidente, hace que el vínculo con la música sea más rico y fácil, expresando su mundo interior a través de los instrumentos musicales.
Las atenciones se han realizado de acuerdo a las necesidades del paciente. En sesiones con horas programadas semanalmente antes de sus controles o de sus curaciones para disminuir el temor al tratamiento, manejar su ansiedad y la angustia de los padres. A las sesiones de Musicoterapia, cuando es necesario, se incorpora un profesional. Por ejemplo, cuando el niño no quiere hacer sus ejercicios se integra al kinesiólogo o si se niega a usar alguna prenda compresiva, se invita al terapeuta ocupacional. También se efectúa antes de la cirugía por manejo de conducta y ansiedad, para reforzar el lenguaje y reforzar el vínculo madre-niño.
La música es incorporada en las sesiones de musicoterapia como una modalidad terapéutica de varias maneras: a través de diferentes actividades de interacción lúdica sonoro-musical, actividades de improvisación instrumental libre o con alguna consigna específica, relajación con música, cantar canciones infantiles principalmente, y actividades de creación: cuentos sonoros, una historia donde los niños van incorporando sonidos según sus intereses y canciones relacionadas con la propia vivencia del niño; en las que los pacientes pueden expresar sus pensamientos y sentimientos en un espacio propio. Este espacio favorece, primero que nada, la relajación, la expresión, alivia la ansiedad y el temor, tanto del niño, como de la madre, propicia un nuevo medio de comunicación madre-hijo y facilita la distracción del niño, a través del hacer y escuchar, generando sensaciones gratificantes. Por otro lado, la ejecución de instrumentos musicales refuerza la motricidad estimulando, entre otros, la flexión de dedos de ambas manos, la disociación de movimientos de manos, muñeca, codo y hombros, el desarrollo de motricidad fina de ambas manos y la fuerza en miembro determinado.
De esta manera la terapia de música ayuda al niño y a sus padres a sobrellevar las tensiones de sus tratamientos y rehabilitación a través de la participación en actividades de música, dirigidas a sus necesidades emocionales y físicas. Estas necesidades están basadas en observaciones clínicas y de valoración del trabajo de Musicoterapia realizado el año 2005.
Citas Bibliográficas
(1)- Folleto “A Caeer in Music therapy. Editado por La National Association For Music Therapy (NAMT),
(2)-Poch, Serafina Compendio de Musicoterapia. Volumen I. Ed. Herder. Barcelona. 1999.Pág. 58-78
(3)-Revista Terapia Psicológica. Año XVI. Volumen VI (2). No 26. 1996. Pág. 40 Musicoterapia
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